devenir2: Huella Pùblica, corriente pùblica.
El otro espacio-instalación intervenido fue el de Sala Punta Ángeles que contenía la obra de Felipe García Huidobro Domínguez (denominada Huella pública), que constaba de sendos trozos de papel rescatados de los muros de Santiago de Chile, y que corresponden a la acumulación de afiches para los distintos y numerosos espectáculos, y que copan-tapizan informativamente la ciudad, dejando una importante huella arqueológica que es material sólo para los nuevos arqueólogos. Este material arqueológico, como digo, fue tomado y recontextualizado por este nuevo arqueólogo y puesto a disposición – a la vieja usanza de los museos historicistas- en un espacio, que todos conocemos como galería. En cuanto a la propuesta de huella de G. H. Domínguez, ésta presenta una serie de elementos que se relacionan de cierta forma con la propuesta que encabezo: si para mi tocayo le es prudente e interesante dejar en claro que él trabaja con la acumulación de información, con el tiempo –como factor de medida para tal acumulación- y con la necesidad de rearticular todos los significados de estos rollos de información textual y visual, por mi parte, intento entrar en su lógica de resignificación a los rollos, aportando con mis propios rollos informáticos textuales y visuales. La cuestión interesante se dio gracias al cruce de los rollos: los de mi tocayo pertenecen a Santiago, los míos a Valparaíso. De todas formas, el contenido informacional de éstos y aquellos no varía. El punto de inflexión radica en el simbiotismo e interlazado entre ambas ciudades y sus respectivos rollos, mensajes, íconos.
En la intervención siguiente, correspondiente a Huella pública, de García Huidobro Domínguez, enfrentamos a un señor. El Encargado. Teníamos cierto trato, nos había visto ahí un tiempo atrás, interrumpiendo al Señor Docente Don Mario Soro Vásquez luego de ingresar con una replica antojadizamente mal proporcionada pero no mal hecha, de lo que Mario Soro presenta en sus clases de Dibujo Analítico para el entendimiento del cuerpo llevado al dibujo, a la expresión plástica del mismo. En fin, me desvío. Saludamos al Encargado, luego de quedar en acuerdos con los ayudantes con los que yo contaba, de que la señorita Ferret se acercaría a El encargado y ocuparía sus conocimientos sobre arte, su inexpugnable condición de sociópata, su estampa recia y animalesca, y, en fin, los elementos técnico-tácticos que la señorita ejerciera en el momento para contribuir al éxito de la empresa. Lo logró.
Algo que se repetía de todas formas, era la carencia cuasi absoluta de personas dentro del lugar.
Se hizo fácil entrar y entablar una forma de moverse y entender que lo que se haría, se haría de acuerdo a la improvisación y la neurosis poética de los viejos culiao’s, pero asegurando que daba lo mismo y que había que entrar e insertar los dispositivos.
La idea, por supuesto no era entrar y cagarse en El Encargado –no queríamos que le echaran del trabajo- o en la obra de mi tocayo, don Felipe García Huidobro Domínguez, artista visual, autor de Huella Pública. Yo sólo entraba por instinto. Al fin y al cabo, era y es uno de mis trabajos. Parte de mi rutina. Como decía, la idea era explorar y efectuar el experimento. Sacar alguna que otra conclusión por escrito, unas fotos, un video y productivizar con ello. Estrujarlo y hacer fuerzas para dar el próximo salto.
En fin, entramos y en un momento el camarógrafo me está dando órdenes, las cuales sigo, pero sin perder de vista que el experimento lo guío yo, intervine, documentó, todos dimos las gracias y nos largamos.
A la semana siguiente nos topamos con El Encargado, que nos hacía gestos de palmaditas en la cara con postura de viejo bonachón, como con sonrisa de peuco, diría mi abuelita, entonces nos acercamos la señorita y yo. Nos dijo que “al autor le pareció macanudo”, “que no estaba enojado. Eso”, “Eso” . Yo me reía. También la señorita. Le pedí que si volvía a ver a mi tocayo, éste dejara su dirección electrónica, que yo me comunicaría con él.
Nos dimos un apretón de manos, él beso a la señorita, todos dijimos gracias, adiós.
Hace tres semanas vi nuevamente al Encargado y me dio la dirección electrónica del artista. Ya han pasado tres semanas de eso y no he enviado mail a nadie. Ha pasado un año quizá desde aquella ocasión, pero sólo ahora logro entender ciertos alcances de este tipo de prácticas. Quizás absurdas e ineficaces para unos, efectistas y alucinadas según esos mismos; para otros, pequeños atisbos de grandes trabajos artísticos, para otros, quizá la opción de aparecer y ser absorbido por su pigmalión. Para mí es sólo el comienzo de una etapa de experiencia anarco-estético-política. Etapa que pretendo sea mi manera de exponer el mentado proyecto de tesis, que, para ser honestos, no me va ni me viene. Salud por eso .
jueves, 20 de agosto de 2009
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2 comentarios:
hola felipe. parece que me perdí una parte del cuento , entonces , no entiendo nada, es decir , entiendo todo menos lo fundamental, que es la accion que haces tu , cual es el robo? que les robas a estos expositores en las salas? corriente? disculpa, pero aun no logro captar, estoy un poco lenta, debe ser el resfrio o la solteria, saludos,k
vea los enlaces que manejan los titulos de cada entrada que publico; a veces es un video-registro, otras un albùn de fotos.
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